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El Mito de la Leche..

Juzgue Usted...

La leche es una secreción glandular característica de cada especie de mamíferos. Los mamíferos son un orden de animales cuyas hembras poseen unas glándulas especiales (mamas) destinadas a alimentar a sus crías en las primeras etapas de su vida. Una vez que la cría alcanza un desarrollo suficiente para alimentarse de manera autónoma, la leche es abandonada y jamás vuelve a ser utilizada en la edad adulta. El ser humano es el único mamífero que infringe esta norma: continúa consumiendo leche durante toda su vida, y con el agravante de tratarse de leche de otras especies. En este sentido, la mayoría de los niños pierden, a medida que crecen, la enzima que permite digerir la lactosa de la leche, como parte natural de su desarrollo coincidiendo con el destete.
No hay que olvidar que cada leche posee una formulación especialmente “diseñada” para alimentar a las crías de esa especie. Lógicamente, el contenido de la leche de vaca no es el mismo que el de la leche humana, aunque su aspecto de la impresión que todas las leches son iguales. El contenido en grasas y proteínas de la leche de vaca resulta excesivo para el ser humano, y las proporciones de otras sustancias son diferentes. Además, la leche sirve de vehículo de transmisión entre madre y bebé de una variedad todavía no muy bien conocida de hormonas, anticuerpos y otros factores inmunológicos.
Si hasta hace poco, el consumo de leche en estado natural se defendía como tradicional y saludable, la situación cambió. En la actualidad, casi nadie puede consumir leche en estado natural, y los productos lácteos que ofrece el mercado han sido sometidos a diversos procesos de conservación y transformación.
Se dice que los procesos de esterilización actuales (pasteurización, UHT, etc.) son seguros para el consumidor, al eliminar todos los gérmenes. En realidad, estos procesos transforman las cualidades de la leche, convirtiéndola en un producto "muerto" con la consigna de hacerla menos perecedera, o sea, que dure en los supermercados durante mucho tiempo, evitando pérdidas económicas. Los procesos de esterilización, alteran las sustancias nutritivas (proteínas, vitaminas, enzimas) y junto con los aditivos que se incorporan, sólo agravan el problema.
La industria láctea está constantemente renovando sus líneas de productos e intentando captar nuevos mercados mediante agresivas técnicas publicitarias. Entre los productos lácteos de consumo, existe una amplísima gama. Es curioso observar cómo han ido intentando salvar los problemas que acarrean haciendo modificaciones para que "se adapten a las necesidades nutricionales de cada individuo". En definitiva, lo que nos venden es un "brebaje industrial" que nada tiene que ver con el producto "natural" original y sus supuestas virtudes.
Muchos alimentos son más ricos en calcio que la mayoría de los productos lácteos, poniendo en duda el papel de los mismos como principal fuente de ese mineral.
El calcio de los vegetales, algas, frutos oleaginosos, etc., es muy bien recibido por nuestro organismo que está preparado para asimilarlo. En cambio, el calcio de los productos lácteos, debido a la caseína y la relación calcio/fósforo, no es asimilado.
H. Diamond (Estados Unidos) demostró que la caseína de la leche disminuye la asimilación del calcio.
La relación calcio / fósforo de la leche de vaca y su contenido elevado en fósforo, acidifica al PH sanguíneo, obligando al organismo a extraer al Calcio de sus reservas naturales óseas, después de haber utilizado el calcio proveniente de la alimentación, por lo que la leche, favorece la pérdida de calcio procedente de nuestra masa ósea.
Entre los distintos tipos de leche existen diferencias de biodisponibilidad natural. Por ejemplo, el hierro de la leche materna es absorbido por el ser humano entre el 50 y el 80 %, mientras que el de la leche de vaca se absorbe entre el 5 y el 10 %.
El 55 % de los lípidos de la leche materna son ácidos grasos poli-insaturados, benéficos para la salud. La leche de vaca, en cambio, contiene un 70 % de ácidos grasos saturados que representan a las grasas causantes de diversas enfermedades, entre ellas las cardiovasculares.
Intolerancia a la lactosa a partir de cierta edad. Según numerosos estudios, la lactasa, o sea la enzima que digiere la leche, pierde su actividad en forma parcial o total en un sector de la población, ocasionando intolerancia a los lácteos, alergias, problemas digestivos, inmunitarios, etc.
Las leches vegetales suelen digerirse mejor que las animales. La inmensa mayoría que pasa de la leche de vaca a la vegetal observa como disminuyen los síntomas dispépticos, el estreñimiento, la diarrea, el colon irritable y las alergias son algunas de las enfermedades más beneficiadas.
En Francia, el 30 % de las mujeres con menopausia presentan osteoporosis, o sea cerca de 3 millones. De ese total, cada año 50.000 mujeres sufren fractura de cuello del fémur, la mayoría de las cuales desarrolla invalidez crónica. Sin embargo todas estas pacientes consumen productos lácteos, siendo la primera indicación que reciben en la consulta médica.
El investigador norteamericano William Ellis, después de realizar más de 25.000 análisis de sangre, halló que los niveles más bajos de calcio correspondían a personas con la costumbre de tomar tres, cuatro o cinco vasos de leche al día.
El calcio es generalmente mejor asimilado y utilizado por el cuerpo cuando es ingerido en una relación aproximada 2:1 con respecto al fósforo, y los lácteos tienen contenidos relativamente altos de fósforo en relación con el calcio.
Cada vez es mayor el número de especialistas en nutrición que cuestionan el valor de los productos lácteos, a la luz de numerosos estudios que han asociado su consumo con una gran variedad de problemas de salud, contradiciendo en muchos casos el concepto de “alimento básico” que popularmente se tiene de ellos.
Un importante grupo de evidencias científicas suscita inquietudes sobre los riesgos de salud de los derivados de la leche de vaca. Estos problemas se relacionan con las proteínas, el azúcar, la grasa y los contaminantes que contienen los lácteos.
Aunque existen estudios con resultados contradictorios, unos resaltando los efectos favorables de los lácteos y otros relacionándolos con diversos problemas de salud, nos vamos a centrar sólo en algunos puntos relevantes.
Muchas personas son ya conscientes de que la leche de vaca produce más mucosidad que cualquier otro alimento, un moco espeso que obstruye el sistema respiratorio y que favorece ciertas enfermedades. La fiebre del heno, el asma, la bronquitis, la sinusitis, los resfríos, la secreción nasal y las infecciones de oído pueden ser favorecidas por esta mucosidad, como así también causa de alergia. Este hecho puede comprobarse dejando de consumir lácteos por un tiempo.
Un grupo estadounidense de médicos independientes, el PCRM (Comité de Médicos por una Medicina Responsable), aporta grandes razones basadas en estudios científicos para eliminar los lácteos de la dieta.
Los productos lácteos aportan cantidades importantes de colesterol y grasa a la dieta, que pueden aumentar el riesgo de diversas enfermedades crónicas incluyendo las enfermedades cardiovasculares.
Diversos tipos de cáncer han sido relacionados con el consumo de lácteos, como el de ovario (por la incapacidad de descomponer la galactosa) y los de mama y próstata (presumiblemente asociados al aumento de una sustancia que contiene la leche, llamada IGF-1).
La intolerancia a la lactosa es común en muchas personas, especialmente entre los de razas no caucásicas. Los síntomas, que incluyen molestias gastrointestinales, diarrea y flatulencia, suceden porque estos individuos no poseen los enzimas que digieren la lactosa.
El consumo de leche puede no proporciona una fuente fiable de vitamina D en la dieta. En muestreos de leche se han encontrado variaciones significativas del contenido de vitamina D, con algunas muestras que presentaban hasta 500 veces el nivel indicado, mientras que otras poseían poca o ninguna.
Se emplean hormonas sintéticas para que las vacas lecheras aumenten la producción de leche. Como las vacas están produciendo cantidades de leche que la naturaleza jamás previó, el resultado obtenido es la mastitis, o inflamación de las glándulas mamarias. Su tratamiento requiere el uso de antibióticos, cuyos restos y de las hormonas se encuentran en muestras de leche y otros lácteos.
Ningún animal en estado libre se alimenta de leche fuera del periodo de amamantamiento y a pesar de ello no padecen deficiencias de calcio. ¿Por qué? Sencillamente porque las dietas que ingieren les proporcionan todos los nutrientes que necesitan para su estado de salud normal, de forma instintiva saben qué deben comer y están preparados para extraer de esos alimentos todo lo necesario. El problema es del ser humano, que ha perdido esa referencia instintiva su dieta está tan desnaturalizada que invariablemente incorpora un exceso de ciertos factores y una carencia de otros.
Relacionado con el calcio, se ha construido un mito infundado que asocia la falta de calcio en el organismo con la falta de calcio en la dieta. Nada más lejos de la realidad, por mucho calcio que se añada a la dieta, si los hábitos de vida en conjunto son incorrectos, las pérdidas de calcio seguirán representando un problema. Muchos pueblos indígenas con unos niveles relativamente bajos de calcio en la dieta obtienen suficiente calcio para mantener huesos robustos de por vida, gracias a los factores benéficos de su estilo de vida global.
En este sentido, existen ciertos estudios que arrojan resultados destacables. El Estudio de Salud de Enfermeras de Harvard, que controló a más de 75.000 mujeres durante 12 años, mostró que el aumento del consumo de leche no tiene un efecto protector sobre el riesgo de fracturas. De hecho, el consumo superior de calcio procedente de los lácteos estaba asociado a un mayor riesgo de fracturas.
Por otro lado, tenemos el Estudio de Nutrición Cornell-Oxford-China, conocido como Proyecto China por haber sido realizado en China continental y Taiwan. Es un estudio masivo sobre más de 10.000 familias diseñado para estudiar la dieta, el estilo de vida y las enfermedades de la población. Mediante la investigación simultánea de enfermedades y características dietéticas, como ningún otro estudio científico hasta la fecha, el proyecto ha generado la base de datos más completa del mundo sobre las múltiples causas de la enfermedad. En este estudio se observó que los chinos (que tradicionalmente nunca han consumido lácteos y en general su ingesta de calcio es baja), presentan un riesgo muy inferior de osteoporosis.
Las conclusiones demuestran, entre otras cosas, el papel des-mineralizante de la leche animal en el adulto. Cuando los chinos introducen la leche en sus dietas, se produce un aumento de la osteoporosis. Este hecho parece paradójico, puesto que los chinos bebedores de leche consumen cuatro veces más calcio que los chinos que no la ingieren. No deberíamos sorprendernos por estos resultados, es bien conocido que la osteoporosis es una enfermedad de los países occidentalizados, fuertes consumidores de productos lácteos, que supuestamente la previenen.
Según el equipo de Hsiu y Funk (Universidades de Taipeh y Los Ángeles), la osteoporosis aumenta de forma espectacular en aquellas personas que sin haber tomado nunca leche animal, comienzan a tomarla. Esta pérdida de calcio puede ser debida a la acidez transitoria producida por el exceso de proteínas de los lácteos.
Todo indica que los lácteos no ayudan a mantener huesos fuertes; se puede reducir el riesgo de osteoporosis eliminando el consumo de sodio y proteína animal en la dieta y aumentando el consumo de frutas y verduras, haciendo ejercicio, y asegurando un adecuado consumo de calcio procedente de vegetales tales como las hortalizas de hojas verdes, las legumbres y los frutos secos. Por ejemplo, una ración de brócoli contiene tanto calcio aprovechable como un vaso de leche, además de muchos otros nutrientes saludables.
¿Cómo se pueden sustituir los derivados lácteos? El hecho de renunciar al consumo de productos lácteos puede acarrear problemas, no para la salud física sino de tipo social o psicológico, pues en el mundo actual se da un uso indiscriminado de productos lácteos, introducidos en las costumbres más cotidianas y formando parte de la gran mayoría de los alimentos elaborados que se consumen habitualmente. Renunciar a ellos da la impresión de no poder consumir casi ninguno de los alimentos habituales, y de restringir enormemente nuestra variedad dietética. La solución está, una vez más, en utilizar nuestra imaginación, explorar nuevos alimentos y buscar reemplazos eficaces.
Se pueden reemplazar los lácteos más comunes con los siguientes productos:
Leches vegetales: Existen multitud de alternativas, la más conocida es la leche de soja, tomada de las tradiciones orientales, pero también están las de avena, arroz, almendras, avellanas... Existen muchas marcas en el mercado y también se pueden elaborar en casa si se desea.
Yogur: se puede elaborar yogur a partir de las leches vegetales, como la de soja.
Quesos: el mismo proceso que se utiliza para elaborar queso a partir de la leche de vaca se puede aplicar con las leches vegetales, principalmente la de soja. El queso de leche de soja se conoce con el nombre de tofu.
CONCLUSION
En resumen, cualquier persona que se preocupe por la salud debe cuestionarse si el consumo de productos lácteos es realmente indispensable. Existen muchos indicios que en realidad pueden acarrear problemas de salud. La leche y demás lácteos no son necesarios en la dieta, y tenemos formas de reemplazarlos por otros alimentos más saludables. Así pues, ¿por qué seguir consumiéndolos? Una dieta sin lácteos puede cubrir todas las necesidades nutritivas y sin riesgos para la salud. En realidad, podemos alimentarnos perfectamente, sin tener carencias de ningún tipo, prescindiendo de los lácteos. La necesidad de sustituir los lácteos por otros alimentos responde a dos razones: una, la preocupación por el calcio; y la otra, el apego psicológico al "amamantamiento" diario.
Del calcio nos tendríamos que preocupar de las pérdidas más que del suministro e incluir en la dieta una buena cantidad de vegetales que contienen ese mineral.
Para los que necesitan seguir tomando un líquido blanco de sabor dulce suave, existe una amplia variedad de leches vegetales. Podemos obtener sabrosas y nutritivas "leches" de arroz, avena, almendras, avellanas, sésamo o soja. Las venden preparadas, pero también las podemos hacer en casa.


Este escrito ofrece información extraída de los siguientes artículos:
- ¿Son los lácteos una buena fuente de calcio? Dra. Olga Cuevas Fernández.
- ¿Porque las leches vegetales? Luisa Martín.
- ¿Leches vegetales? Josep Vincet Arnau.
- ¿Razones para no consumir productos lácteos? Asociación Vegana Española


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LOS PELIGROS DE BEBER LECHE DE VACA


Si a usted le suena extraño este encabezado, prepárese para ser todavía más sorprendido. Lea con cuidado el siguiente texto, le aseguro que será muy importante para su salud y la de los suyos…



 La producción industrial de leche de vaca tuvo acceso desde un principio a un mercado potencial de enormes dimensiones constituido sobre todo por niños, ancianos, deportistas, adolescentes en pleno desarrollo y mujeres embarazadas o en lactancia; bastaba hacerles creer que necesitaban del aporte nutricional de la leche de vaca para tener un negocio redondo. La industria de productos lácteos ha gozado de una amplia difusión y en múltiples ocasiones ha financiado campañas escolares para difundir la idea de que es “imprescindible y necesario” el consumo de leche, especialmente por parte de los niños. La campaña ha tenido un éxito completo: hoy, uno de cada siete dólares gastados en tiendas de Estados Unidos es dedicado a comprar productos lácteos. El Dr. Frank Oski, director del departamento de Pediatría de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins y médico en jefe del Centro para niños de esa universidad afirma que “estar en contra de la leche de vaca es igual a ser un anti-americano.” Incluso gente que ha dejado de consumir carne siente que deben continuar consumiendo leche de vaca para asegurarse de recibir suficientes proteínas y calcio.

Se ha demostrado en recientes investigaciones que el proceso de pasteurización de la leche ha cambiado la calidad del producto; por un lado, ésta al prolongar la vida de la leche, permitió masificar la producción, lo cual creó un monopolio y eliminó la competencia del pequeño productor; pero, por otro lado, el mismo proceso de pasteurización destruye las enzimas naturales, vitaminas y minerales que permiten la digestión de los azúcares y grasas de la leche.

Ante la magnitud de las consecuencias que el consumo de leche ha generado en la salud de la población, comienzan a escucharse las opiniones de eminentes médicos que denuncian los daños que se están provocando:


El consumo de leche vacuna está asociado a anemia por deficiencia de hierro, alergias, diarrea, enfermedades cardiacas, cólicos, hemorragia gastrointestinal, sinusitis, erupciones de la piel, acné, gripes y catarros frecuentes, artritis, diabetes, infecciones de oídos, osteoporosis, asma, enfermedades auto-inmunes, posiblemente cáncer en el pulmón, esclerosis múltiple y linfoma no-Hodgkin.

La Dra. Christiane Northrup, ginecóloga en Yarmouth, Maine, señala que “los lácteos son un tremendo productor de mucosidad y una carga para los sistemas respiratorio, digestivo e inmunológico”. El Dr. Oski cita en su libro Don´t Drink Your Milk! un estudio realizado en Chicago con más de 20 mil infantes en los años treinta del siglo pasado donde se verifica que los bebés alimentados con leche humana tuvieron una tasa de muertes de 1.5 por cada 1000 niños, mientras que los bebés alimentados con leche de vaca tuvieron una tasa de 84.5 muertes por cada 1000 niños durante los primeros nueve meses de vida. La tasa de muertes por infecciones gastrointestinales fue 40 veces mayor en los infantes no alimentados por pecho materno, y la muerte por infecciones respiratorias fue 120 veces mayor.

La leche de vaca contiene 20 veces más caseína que la leche humana. La caseína, que es el componente proteínico de la leche, es una sustancia espesa y áspera utilizada para la elaboración de los pegamentos de madera más fuertes que se conocen, lo cual hace que este alimento produzca mayor mucosidad. Además, para la asimilación de la caseína, el organismo necesita de una enzima, la renina, que el organismo humano (salvo un número muy pequeño de personas) deja de producir a la edad de tres o cuatro años, lo cual hace a la proteína de la leche de vaca imposible de asimilar para la mayoría de los seres humanos. El contenido de caseína de la leche también ha sido asociado a la incidencia creciente de asma en Estados Unidos (en 2002 se estimaban 30.8 millones de gentes, incluidos 8.9 millones de niños) y los países más desarrollados. El asma es la causa líder de hospitalización de niños, el padecimiento crónico más frecuente de la niñez, y la causa más común de ausentismo escolar debido a un padecimiento crónico. Una de cada 250 muertes en el mundo es debida al asma. El Dr. William Ellis, un osteópata retirado de Arlington, Texas, señala que las alergias causadas por la leche de vaca son extremadamente comunes e incluyen asma, congestión nasal, irritación de la piel, infecciones del pecho, irritabilidad y fatiga. Es sabido que cuando se reduce o elimina el consumo de lácteos hay una marcada reducción de catarros, gripas, sinusitis e infecciones de oídos (Natural Health reports, julio/agosto de 1994).

Los antígenos en la leche de vaca también pueden contribuir a la incidencia de artritis y osteoartritis. Un estudio publicado en el Scandinavian Journal of Rheumatology demuestra cómo la eliminación de lácteos en la dieta reduce grandemente estos padecimientos, mismos que se agravan con las dietas lacto-ovo-vegetarianas por incluir lácteos. En una nota publicada en 1992 en The New England Journal of Medicine se consigna que la leche de vaca enlatada puede ser factor contribuyente a la diabetes juvenil así como a enfermedades autoinmunes, al dañar la habilidad del páncreas para producir insulina. En 1989 (Nutrition and Cancer) se halló vínculo entre el consumo de leche y mantequilla y el riesgo de desarrollar linfoma no-Hodgkin, un cáncer del sistema inmune. El libro del Dr. Oski cita además estudios de dos científicos de la Universidad de Michigan, que condujeron extensas investigaciones en factores asociados con la esclerosis múltiple y hallaron que en Estados Unidos y otros 21 países el único nexo significativo era el consumo promedio de leche.
¿Y la necesidad de calcio? Se ha popularizado la creencia de que para evitar la osteoporosis y construir huesos más fuertes es necesario incrementar el consumo de calcio mediante la ingestión de buenas cantidades de leche de vaca. Entre muchos investigadores médicos –que no están a sueldo de las compañías vendedoras de lácteos– está creciendo el consenso de que el mejor método para que la gente incremente su nivel de calcio y fortalezca sus huesos es el reducir su consumo de proteínas, en especial de productos de origen animal. La razón es que los productos de origen animal tienen en la sangre un efecto acidificante que el cuerpo humano necesita balancear por medio de la absorción de minerales alcalinos tales como el calcio proveniente de la estructura ósea. Otro problema relacionado con la asimilación del calcio se refiere a la proporción contenida en un alimento entre este mineral y el fósforo. La leche de vaca contiene 97mg de fósforo por cada 100g, comparado con tan sólo 18mg/100g en la leche humana. Niveles altos de fósforo inhiben la absorción del calcio. Al respecto el Dr. Frank Oski nos dice que sólo las comidas con una proporción de calcio/fósforo igual o superior que 2 a 1 pueden ser utilizadas como fuentes primarias de calcio. La leche de vaca tiene una proporción de 1.27 a 1, comparada con la leche humana, cuya proporción es de 2.35 a 1, con lo cual la leche de vaca no es fuente asimilable de calcio.

Las tendencias a hacer de los lácteos un alimento para toda la población del mundo se topan con el problema de que alrededor del 75% de los seres humanos en general dejan de producir la enzima lactasa después de la lactancia (la cual permite asimilar el azúcar de la leche, llamada lactosa) como lo ejemplifica claramente el caso de los orientales y de la población negra, es por ello que tradicionalmente gente de esas regiones no acostumbre a tomar leche de vaca. Por ello, una persona que ya no produce lactasa padece de dolores intestinales, náuseas, diarrea, vómito, etcétera al ingerir esta leche.

Fuente: http://itaax.blogspot.com/2011/07/los-peligros-de-beber-leche-de-vaca.html

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Soy Deista...

Soy Deista...
Si.. no creo que muchos lo sepan... pero creo que los que me conocen lo comprenden... Encontre una nota sobre el deismo que describe de buena forma lo que significa y quisiera compartirla para que sepan un poco mas de mi...

"El Deísmo es la creencia en Dios creador del Universo y de sus procesos naturales a través de los cuales funciona (leyes) . Se basa en la observación y el análisis racional de la naturaleza. Así pues, el Deísmo es una creencia racional en Dios, pero sin aceptar los credos, dogmas o libros sagrados de una religión particular.
Esta sería un esquema general de las creencias comunes de los deístas. A partir de aquí y teniendo en cuenta que la versión occidental se enraíza en el racionalismo, el librepensamiento y la Ilustración, las diferencias de opiniones y creencias acerca de Dios y temas relacionados, pueden variar bastante.
La manera en que cada deísta percibe la idea de Dios es personal y subjetiva. Algunos ven a Dios como la suprema o última Realidad. Otros ven a Dios como un Ser perfecto en poder, sabiduría y bondad que es adorado como creador del Universo. Otros conciben a Dios como una Mente infinita o un principio divino incorpóreo que está por encima de todo y lo fundamenta. Otros como un Primer Motor más o menos impersonal y que se mantiene al margen. Sea como fuere que los deístas concretos entiendan a Dios, la característica común de ellos que es que DIOS EXISTE. Como no hay un credo específico, cada deísta explora estas cuestiones acerca de la naturaleza de Dios a través de su raciocinio y el debate racional con otros.
Como he comentado antes, algunos deístas creen que Dios creo el Universo, pero que se mantiene al margen de él. Sin embargo, otros deístas creen que Dios puede intervenir de algún modo en los asuntos humanos. Por ejemplo, George Washington tenía que elegir entre una arriesgada evacuación de las tropas americanas de Long Island o rendirse, y eligió la evacuación que era más arriesgada. Cuando le preguntaron sobre la posibilidad de ser aniquilados, respondió que era lo mejor que podía hacer y que lo demás dependía de la Providencia.
Las raíces del deísmo están en los antiguos filósofos griegos y en la filosofía aristotélica de la Primera Causa. El Deísmo floreció durante el Renacimiento con el soporte de científicos ingleses e italianos como Galileo y Newton; pero sobre todo durante la Ilustración, en el siglo XVII, a partir de los escritos de autores ingleses y franceses como Thomas Hobbes, John Locke, David Hume, Jean-Jacques Rousseau y Voltaire. Al mismo tiempo con los escritos de norteamericanos como John Quincy Adams, Ethan Allen, Benjamin Franklin, Thomas Jefferson, James Madison, George Washington y , sobre todo, Thomas Paine. Concretamente los principios deístas tuvieron un efecto en las estructuras políticas y religiosas de U.S.A., como son la separación entre Iglesia y Estado y la libertad religiosa.
Como era previsible, estas ideas generaron duros enfrentamientos con las religiones establecidas, más que con el ateísmo, a pesar de que la filosofía deísta tiene puntos en común con los teístas de las religiones reveladas. Sin embargo, en la actualidad esta situación me parece más difusa en virtud de las tendencias más liberales de las diferentes iglesias o, al menos, una mayor mentalidad democrática y de tolerancia.
He de añadir que, al hablar de las raíces históricas del Deísmo, me he saltado toda la filosofía medieval, cristiana o no. Esto es lógico si nos centramos en las bases históricas del Deísmo en un sentido restrictivo, pero al compartir la creencia en Dios con estos monoteísmos, es lógico que haya habido influencia. En ese sentido, he de nombrar la influencia de todos esos filósofos y teólogos medievales y , concretamente, de Santo Tomás de Aquino, del cual "plagio" mucha de la argumentación a favor de Dios. Y, por supuesto, uso muchas ideas prestadas de filósofos cristianos.
Aunque muchos piensen que el Deísmo es suficiente, algunos prefieren combinar las ideas deístas acerca de Dios con la ética de otras religiones, encontrándose personas que se autodenominan confucionistas deístas, cristianos deístas...
El Dalai Lama dijo: " Vivimos todos muy cerca. Así pues, nuestro principal propósito en esta vida es ayudar a los demás. Y si usted no puede ayudarles, al menos no los lastime. Ésta es mi simple religión: no hay necesidad de templos; ninguna necesidad de complicadas filosofías. Nuestro propio cerebro, nuestro propio corazón es nuestro templo; la filosofía es la amabilidad".
Ante las personas que sufren dificultades frente a una idea de Dios muy ligada a dogmas y credos, pero les repugna el ateísmo, les propongo una cita cristiana para hacerles ver que , pase lo que pase, se puede seguir confiando en Dios y su Providencia:
"Mr. Coleridge solía insistir muy a menudo en la diferencia entre creencia y fe. Cierta vez me dijo muy en serio que, si en aquel momento el convencieran de que el Nuevo Testamento era una falsificación desde el principio hasta el fin -y ésta era una convicción cuya posibilidad no podía hacerse cargo- por grande que fuera la desolación que sentiría, no disminuiría ni jota su fe en el poder y la misericordia de Dios por alguna manifestación de su ser hacia el hombre, ya sea en el pasado, en el futuro, o en los abismos ocultos en los que no hay tiempo ni espacio."
Escrito por: Galo de Santelmo Hernández Sánchez